miércoles, 30 de junio de 2010

SALTA, la burguesa

Gentes,

Abandoné Santa María, Catamarca, tras acampar al lado de unos puestos de feria para dormir las seis horas que mediaban entre mi llegada y mi partida. Llegué a Salta Capital y busqué hostel para poder ir con Néstor (él llegaba más tarde). Tras merodear por la ciudad opté por uno de treinta pesos la noche donde vi mucho movimiento... demasiado. Era difícil conciliar el sueño hasta tarde. El hostel contaba con inscripciones en las paredes, un bar y mucha juventud, mucha. Todo el mochilero que no vi hasta Cafayate súbitamente emergió en Salta para copar Jujuy y el resto del viaje.

Hoy en La Quiaca me siento medio apunada. O quizá es sólo idea mía y soy naturalmente así, lenta... sepan discupar mi falta de fluidez narrativa. Fue la milanesa.

Retomo, Salta es linda y está llena de turistas. Se nota lo prolífero, el caudillo, la exuberancia... El sábado visitamos San Lorenzo. El beverly hills salteño. llegamos hasta un río, pasamos la tarde y a la vuelta quise ver cuánto salía una mega casona que mostraba en un cartel hecho a mano la plabra "hostel".

por cuarenta pesos tuvimos una mansión, pileta, parque cervecero, jardín y un mega desayuno... Sin saberlo en ese mismo instante (y tras las cervzas, empanadas, asados y demás compartidos con Néstor) me estaba despidiendo de la carpa. Pasamos el domingo en ese paraíso burgués simulando pertenecer y al día siguiente volvimos a salta capital para emprender nuestro viaje a tilcara junto con Marcos, un cordobés macanudo que justo andaba en auto e iba para allá...

antes de partir subimos al cerro san bernardo desde donde tuvimos una vista panorámica de la ciudad increíble... se veían el cable carril y demás instalaciones lujosísimas que salta, la ostentosa, ofrecía al turismo...

el viaje siguió en Jujuy, otro capítulo, hasta que decidí ir a Iruya desde Humahuaca. Sola nuevamente.

Iruya está en la ladera de una montaña. lejos. arriba. por un camino de ripio al borde de una cuesta. es por eso que cuando llueve los micros no llegan, porque el camino se deshace y el río impide el cruce.

en humahuaca esperé varias horas hasta saber si agregaban o no un micro extra para cubrir a los 150 mochileros que íbamos para Iruya. (sí, los pueblitos en medio de la nada colapsados de rastafaris pierden algo de su magia... pero bueh, yo estoy de ese lado). cuatro micros con cuarenta pibes cada uno salieron a las sesis de la tarde para llegar cerca de las nueve. ya me tomé el trabajo de describir este fenómeno social en el mail anterior, ya saben quiénes me acompañaban. es por eso que opté por cambiarme de lugar y sentarme junto a un tipo de cerca de setenta años con fuertes rasgos aborígenes que andaba leyendo una antología de cuentos andinos que me llamó bastante la atención.

Julio Maiza, psicólogo social de la UBA y de la facultad de las madres, iba a Iruya a encontrarse con un hermano de la comunidad kolla para trabajar las problemáticas de los pueblos originarios. tras hora y media charlando sobre la construcción de la subjetividad del oprimido, llegamos al río crecido, donde los micros pararon y, tras bajar nuestros bolsos, nos instaron a caminar el kilómetro restante hasta el pueblo que se veía a lo lejos... Entre la oscuridad, los 150 pelotudos nos ayudábamos entre nosotros para cruzar el río. así fue como perdí una de mis ojotas. todos lamentamos su desaparición. yace en el lecho del río.

ya en el pueblo, Griselda, parada en medio de la calle, nos ofreció alojamiento por veinticinco pesos la noche. fuimos con julio a una habitación doble y, como les anticipé en el mail anterior, me pasa esto que después de un rato la gente me... cansa. pagué dos noches y oí tras la puerta que julio planeaba decidir su estadía de acuerdo a mis movimientos. hasta reservó dos pasajes a tilcara para un par de días después... ya no me caía del todo bien. viajo sola y cualquier manifestación de organización conjunta (sin mi previa autorización) me irrita... en extremo.

hicimos una caminata a San Isidro. pequeño pueblo a siete kilómetros de iruya que recientemente recibió la luz eléctrica. el cruce del río fue difícil y la caminata larga. ahí perdí a julio y volví con Emiliano y el colo, estudiantes del conservatorio. no tardé mucho en darme cuenta que la gente mayor es genial para disertaciones filosóficas, pero las caminatas de siete kilómetros en subida son mejores junto a gente más joven...

al día siguiente visitamos con julio al hermano bernabé. julio dejó varios cds con información sobre los pueblos originarios. todas las noches, bernabé exhibe una película/ documental filmada en iruya (Río Arriba) sobre cómo se explotaba a los nativos en la zafra. luego se arma un debate. julio fue invitado a participar y yo me ofrecí a difundir el evento para lograr más convocatoria.tras repartir un par de volantes, fui a ver el documental. la película se proyectaba dentro de una carpa improvisada a cambio de un bono contribución obligatoria (sic) de diez pesos. sí, contradictorio... en el documental se lo ve a bernabé explicando que su pueblo prescinde del dinero. después de la finalización de la peli la gaseosa sale cuatro pesos... el doble discurso de bernabé dejó a julio un poco defraudado. yo no podía evitar divetirme ante la inconstancia y contradicción del ser humano...

En esos días conocí también a Vero, Lucía e Irina. Con Vero nos veíamos cara conocida hasta que le pregunté si no había visto el documental de Poca Vida, un punk decadente de los ochentas que ya anda por los cuarenta y pico, en el Tita Merello... efectivamente. Nos conocíamos del mundo bizarro de la capital... Lucía y Vero me recomendaron muchos autores para leer en un viaje y después las tres escribieron en mi libreta fragmentos de libros y dedicatorias. Establecimos una muy buena conexión en poco tiempo. Está bueno cuando se da eso. Hasta el momento sólo me está pasando con las chicas... El día que alguien del sexo opuesto me genere algo así, podría llegar a terminar en Kuala Lumpur amaestrando gatos...

las chicas y Julio se fueron el mismo día. Yo decidí quedarme... casi cinco días pasé en Iruya. esa misma noche llega a mi habitración Dániel (sí, Dániel), un suizo de 23 años... boy scout. Juntos fuimos a ver una banda pseudo manuchaense que hacía covers transformados como por ejemplo "leche Herví". El estribillo de Let it Be repetía "leche herví, leche herví. leche herví, leche herví... como no había nada, leche herví". contaban con piano, violín, guitarras y charango... para el medio de la montaña era una super producción. proliferan la música y los buenos artistas por el norte. increíble.

esa tarde, de camino a lo de griselda, súbitamente aparece Emma, una francesa que conocí en San Salvador. pasamos la tarde juntas. Volví a verla en Yavi y hoy estamos saliendo juntas a recorrer Bolivia. También se sumó Julieta, desde Yavi. Porteña, Profesora de Filosofía... Lindo grupo armamos. Bolivia ya no me va a encontrar sola, parece.

Partí de Iruya el sábado hacia La quiaca y de ahí a Yavi. Pero eso ya es Jujuy... Jujuy es extenso, pasé mucho tiempo acá. Ya se me fue el apunamiento de ayer, gracias a una pastilla de ajo (su gusto tiene una fuerte relación con el nombre que recibe) pero igual no puedo escribir tanto...

el camino de vuelta fue nuevamente por esa ruta de ripio en la vera de la montaña. Ya no estaba hablando entretenidamente con nadie así que fueron casi dos horas de tensión al borde de mi asiento intercaladas por segundos de relajación, suspiros y halagos internos al chofer. Toda una experiencia.

Espero novedades de ustedes. A veces no respondo uno por uno porque esto me toma mucho tiempo y no ando por el mega cosmos virtual seguido... Pero leo todo, TODO, eh? No se achanchen

un abrazo

Sofi's

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