martes, 15 de mayo de 2012

Cómo sobrevivir en Europa sin dinero


Con nuestro último centavo alquilamos un departamento entre Nanna (sueca), Almu (la española dueña de la familia de Castejón) y yo.
El dueño del departamento, Daniel, resultó ser el eruopeo más meticuloso y rompe bolas del mundo... Pidió una familia o una pareja, pero Sam, que sólo quería cobrar su comisión, le presentó a tres amigas bastante hippies pero con una increíble capacidad de oratoria (sabía que mi argentinidad me iba a servir de algo tarde o temprano).
Camino al dpto. Coladas en el colectivo. Seguras de que nos iban a rechazar
                                                   
Daniel exigió que "el experto" (así lo llama) viera el departamento antes, junto con nosotras, para constatar el estado en que todo se encontraba. También nos informó sobre las diversas posibilidades de cómo abrir la cuenta en el banco para dejar los meses de depósito y sacó un proporcional de cuánto vamos a gastar de agua calculando la cantidad que consumió él al bañarse, multiplicándola por tres, por 365 más un extra por si nos hacemos un baño de inmersión... Sí, Daniel, violinista, está casado con una flautista japonesa, la cual, creemos, hace ya muchos meses que no toca la flauta de su marido.
Así fue como entre idas y vueltas, hace diez días nos mudamos a un departamento precioso... sin garantía, contratos, facturas ni residencia estable. Le agradecemos al universo la oportunidad de pertenecer.

Un milagro!

Algunas cosas que Daniel no sabe y que, por el bien de su ritmo cardíaco, le vendría bien no saber, es que el colchón que vamos a meter en la habitación de abajo es usado y regalado por un desconocido que lo publicó en Free cycle.
Información que el dueño también desconoce es que Nanna, además de ser abogada y trabajar para Valipat (la única del grupo con un perfil confiable) es una excelsa "dumster diver" (exploradora de basura). O sea, la mina te revuelve el tacho del vecino y te arma una cena de la puta madre...
Daniel también ignora que Almudena no tiene trabajo. Y, estamos más que seguras, que cada vez que hablo de mi viaje por México y latinoamérica, no se le viene a la cabeza mi trabajo en el timeshare ni mis noches con cucarachas en Belice...

En el Emaús
En definitiva, garpar le vamos a garpar, seguro. Sólo que su bello y delicado apartamento va a albergar los vasos que encontramos por la calle el otro día y el almohadón que se trajo Nanna anoche cuando se fue a dar una vuelta por el barrio.

Ojo, ojo. Ojo. Cabe destacar que, dados el confort y estilo de vida europeos, uno va caminando y de repente, pumba, una bolsa con cinco pares de botas nuevas en la calle (dos me quedaron bien, por suerte); o un sofá nuevo; o una cama; o vaya uno a saber... Acá tiran todo, total, compran más... Y ahí es cuando los marginales del sistema salimos al ataque.


Sólo aspiro a conseguir trabajo. Hacer dinero. Y ahí cuando esté a punto de convertirme en una verdadera europea... irme.