Y la verdad
es que se aprende rápido...
Tal y como
se puede ver en mi crónicas anteriores (si no las vio, no importa, me gusta
autocitarme), se podría decir que es difícil pertenecer; es complicado ingresar
al sistema europeo.
Se necesita, fundamentalmente (cabe destacar que son muy severos con las regulaciones y el cumplimiento de requisitos en este aspecto), ser europeo. Una vez que uno dispone del pasaporte, sólo quedan una serie de trámites burocráticos (el domicilio, papeles, contratos, impuestos, seguridad social, carnet de identidad) y listo. ¡A gozar!
Cuando se tiene el bendito librito bordó y un teléfono y una computadora y un domicilio real y una cuenta bancaria y un contrato de trabajo, ya está. No se necesita nada más.
Se necesita, fundamentalmente (cabe destacar que son muy severos con las regulaciones y el cumplimiento de requisitos en este aspecto), ser europeo. Una vez que uno dispone del pasaporte, sólo quedan una serie de trámites burocráticos (el domicilio, papeles, contratos, impuestos, seguridad social, carnet de identidad) y listo. ¡A gozar!
Cuando se tiene el bendito librito bordó y un teléfono y una computadora y un domicilio real y una cuenta bancaria y un contrato de trabajo, ya está. No se necesita nada más.
Sé que más
de uno pensará "mierda, conseguir todo eso no es tarea fácil". Sin
embargo, el infinito horizonte de holgazanería y relajación que suceden al
lograr pertenecer, hacen que valga la pena el esfuerzo.
Al momento en que uno alcanza lo que el estado requiere como necesario para ser un ciudadano digno, ¡se puede dejar de serlo! Debo confesar que aunque me siento tentada a pedirla, no recibo ayuda social alguna. Ya que, con algunas horas de clase privadas por semana me alcanza y sobra para vivir y viajar. Si a eso le sumamos que no pago alquiler y que soy una rata que sólo consigue cosas de segunda mano o de mercados gratuitos (sí, acá hay mercados gratuitos. Llevás lo que ya no querés, te agarrás lo que te sirva de lo que los demás dejan), listo calisto.
Al momento en que uno alcanza lo que el estado requiere como necesario para ser un ciudadano digno, ¡se puede dejar de serlo! Debo confesar que aunque me siento tentada a pedirla, no recibo ayuda social alguna. Ya que, con algunas horas de clase privadas por semana me alcanza y sobra para vivir y viajar. Si a eso le sumamos que no pago alquiler y que soy una rata que sólo consigue cosas de segunda mano o de mercados gratuitos (sí, acá hay mercados gratuitos. Llevás lo que ya no querés, te agarrás lo que te sirva de lo que los demás dejan), listo calisto.
El problema
es qué hace uno con tanto tiempo libre. El europeo promedio trabaja mucho, no
se conforma con las tiendas de segunda mano, siempre hay un teléfono más nuevo
y más caro que adquirir y además, todos esos años de formación de materializan
en puestos cada vez más altos y tareas más complejas. Si, como en mi caso, uno
no aspira a escalar posiciones o no le interesa adquirir objetos nuevos, uno se
encuentra con la sorprendente realidad de que trabajando poco, alcanza y sobra.
Para
responder a la pregunta anterior se me ocurren varias opciones: a) estudiar (en
francés? en serio? Después de dos niveles de francés decidí que el idioma mucho
no me gusta. Ahora estoy aprendiendo rumano); b) ser madre (en Bélgica? con
este frío?); c) Salir. Ver museos, exposiciones, muestras (en Bélgica? con este
frío?); d) Leer. Mucho. Y escribir. Mucho (en francés? con este frío?).
Por lo
tanto, aunque Europa me ha dado una estabilidad que me asusta con lavavajillas,
microondas, lavarropas y una heladera llena de comida, añoro con nostalgia, por
momentos, mis noches de aventurar en Belize durmiendo con cucarachas. Si hay
algo que aprendí con los años, sin embargo, es que no hay ni bien ni mal, ni
blanco ni negro y aunque mis años de viajera son muy diferentes de mi realidad,
si hoy por hoy me he convertido en una cerda buguesa es porque soy bastante
pelotuda, no porque Europa sea despreciable y lationoamérica la panacea.
Así que me
senté frente al ordenador y me dije
"Sofía, qué bien tenés el cutis"(porque justo me había puesto una
crema que me regalaron, pero, no, no, me dije otra cosa). Me dije: si te
molesta estar pasiva, hacé algo y no seas tan estúpida como para culpar a la
sociedad y al entorno que te rodea por haberte dado más del confort que
necesitabas. Así que escribí esto, que no es gran cosa pero convierte mi día en
algo un poquito más productivo.