lunes, 12 de agosto de 2013

Trabajar con niños por un año – confesiones de una profesora que prefiere trabajar con adultos



Trabajar con niños es- los pequeñines son- la experiencia es… interesante. Como en el mundo y en la vida real, algunos te caen bien y hay otros a los que sencillamente querés cagar a trompadas. Hay, sin embargo, un fuerte pudor con el admitir abiertamente “ese nene no me gusta porque me cae mal”. Principalmente porque uno, como educador y enseñante, debería liberarse de prejuicios y tratar a todos por igual.
Eso es una mentira. Sepan la verdad. A la maestra, algunos le caen bien y otros le caen mal y los que caen mal reciben otro trato. Es así.
A veces, los que caen mal son maleducados, caprichosos o molestos. Otras veces,  simplemente…  caen mal. En mi caso en particular, suelen gustarme los marginados (me rompen bastante las bolas, pero no puedo evitar pensar que son el producto de padres desamorados), me gustan los que son independientes y me encantan los que se portan bien. Uno se pregunta el porqué de estos estereotipos, por qué a la maestra le caen siempre bien los chupa medias, los que hacen la tarea, los cerebritos… no es que caigan SIEMPRE bien, pero cuando tenés un montón de pendejos a los que no le interesa un carajo lo que estás diciendo haciendo quilombo  y tenés uno ahí solito, perdido, con cara de gil que te pregunta cosas interesado en el juego y la actividad… le tomás cariño. Eso es inevitable. Sí creo romper con el estereotipo de que sólo los inteligentes o con aptitud para el aprendizaje son los preferidos, porque estos me caen mal sin no muestran interés. En cambio, los duraznos que intentan e intentan y le ponen garra… esos quedan en el corazón.
En definitiva, los nenes no son todos lindos. Algunos son tan hincha pelotas que sus padres pagan mucho dinero para que pasen 8 hs diarias conmigo todo su verano (estoy replanteándome el para qué adoptar, ya cuido los hijos biológicos de otros y encima me pagan, je). Ahora, el dilema es qué fue primero ¿la rompepelotez o el desentendimiento parental?
Porque en Europa hay mucho confort, lujo y bienestar, pero los instintos y los lazos familiares caducaron el siglo pasado… están demodé.
Señor padre, si su hijo es un rompe pelota, quédeselo usted en su casa algunas horas diarias y pregúntese por qué carajo le salió así, ¿no le parece?  Si me lo manda a mí, sepa que existe la posibilidad de que en algún momento de la semana, lo trate mal.

martes, 19 de marzo de 2013

La clave del éxito

El título de esta crónica genera mucha expectativa, ¿no? Bueno, tal vez no, pero al menos suena prometedor. Quizá el lector anticipe una disertación sobre negocios, economía y finanzas; aunque si me conoce, seguramente no lo haga. O quizás, para ponernos en un plano más espiritual, más de uno crea que voy a profundizar en el ser y la existencia. Pero no.
En Latinoamérica, más precisamente en Buenos Aires, más puntualmente en la provincia, más concretamente en mi casa, la clave del éxito es tener novio.
Llegamos con Paul* un domingo por la noche para vivir dos semanas intensas de vida social, sol, calor y cariño. Lo que para él eran "vacaciones" se convirtieron en un recorrido frenético y vertiginoso por casas de familiares y amigos. El cambio fue imperceptible, casi natural. Creo que un tanto inducido. Poco a poco, cada pariente y/o amigo me recibía con un "¿y dónde está Paul?" o más bien "che, ¡qué divino Paul!". Más de uno no podía disimular su genuina sorpresa acompañada de un "che, qué bien, ¿eh?" con las cejas arqueadas ocultando quizá un "yo que creí que era lesbiana...". Estaban aquellos cuya sorpresa era visible pero lograban disimularla. Otros, como mi abuela, por ejemplo, no escatimaban en halagos y declaraban abiertamente su desconcierto "pero, ¿cómo hiciste para enganchar un tipo así? Es bueno, dulce, buen mozo y tiene plata. No lo dejes, ir, ¿eh? Tonta, no lo dejes escapar, ¿eh? Casate, con este casate". Paul presenciaba la escena riéndose. Sí, mi abuela hablaba siempre delante de él. Sí, sabe que entiende español. Sí, mi familia es especial. Sí, los quiero mucho igual.
Como todo, el éxito llega así de un día para el otro sin que uno se dé cuenta. Dos semanas juntos con el ex "rumano raro" significaban para mí todo un reto. Como reconocida "commitment freak" en recuperación y tras esporádicas inseguridades y loqueos, la idea de que por una semana él pudiera viajar con sus amigos, me tranquilizaba. Grande fue mi sorpresa al descubrir que la gente quería más verlo a él que a mí. Pero fue todavía aún mayor al darme cuenta de que les caía bien, muy bien y, por extensión, ósmosis o vaya uno a saber qué, yo también caía mejor. Lamentablemente, sus amigos tuvieron que pasar más tiempo solos mientras la agenda de Paul se llenó de sobreturnos.
No me parece un gran descubrimiento científico el intentar definir a las personas por quienes la rodean. A veces uno peca de prejuicioso, pero si uno tiene buenos amigos, o una buena pareja o linda gente a su alrededor, por algo debe ser. Paul generaba comentarios del estilo "es una dulzura", "es un amor de persona", "che, tiene facha, ¿eh?", etc, etc. Y, por extensión, todo lo bueno de él se reflejaba en mí. Así, poco a poco fui relajándome y, por qué no, disfrutando cada vez más de que la gente viera a "mi Paulcito" (también conocido como Tototo). Y, el pobre Paul, de pasar un primer día tranquilo en el jardín, tuvo que asistir a un asado, una mateada en familia y una choripaneada el día antes de partir. Porque no era cosa de irme sin que lo vieran. Quién sabe si lo iba a volver a llevar en mi próximo viaje...
Tras muchas idas y vueltas, después de recorrer un continente sola; vivir y conocer las playas más lindas del caribe; estudiar; trabajar, de lo que sea; aprender a armar una carpa en cinco minutos en medio de la nada; conseguir casa, trabajo y amigos en Europa en plena crisis... lo único que necesitaba para alcanzar el éxito y reconocimiento de los míos era novio! Pucha, de haberlo sabido antes.

Hago uso de este espacio para agradecer a Paul, quien no, gente, no fue contratado para el viaje, no recibió dinero ni favores de ningún tipo. No, no duda de su sexualidad tampoco. No fue drogado ni forzado a viajar conmigo en calidad de novio. Y mostró una gran entereza y civilidad al hojear cada álbum de casamiento y responder con una sonrisa a preguntas sobre nuestra futura boda, cantidad de hijos a tener y demás cuestiones de índole personal y privada. 


*Para más información sobre él remitirse a "Eché novio y me aburguesé".


martes, 22 de enero de 2013

Cada día hago un poco menos...

Me metí en mi blog, todo empolvado, lleno de telarañas, sólo para leerlo un poco porque me imaginé que nadie lo miraba... Tamaña fue mi sorpresa al descubrir que sí, en efecto, nadie lo mira.
Así que me dije, a ver, contate algo así de vuelta alguien se mete a darle una mirada.... casi como casilla de mail alternativa que uno llena de porquerías que no sabe por qué quiere guardar y de vez en cuando se mete tras probar cinco contraseñas diferentes.
Hace mucho que no escribo porque... no hago nada. La verdad es que no hago nada, qué quieren que les cuente, ¿eh? Trabajo poco, muuuuuuuy poco. Y cada día lo sufro, con vergüenza, porque trabajo muy poco, pero lo sufro. Agarro mi computadora para diseñar la clase que le voy a dar a tres niños de los cuales irán dos, cada uno con un nivel diferente y sufro. Cuando vuelvo me pongo a cantarles las canciones que usé en clase a mis amigas, que me odian, y ahí me divierto ("in, on, under" la bailo también. Algunas están buenas, posta). Pero la verdad que trabajar con nenes no es lo mío. Me doy cuenta que sirvo más de animadora que de maestra, sé excitarlos, que canten, griten y bailen y después sólo quiero que los vengan a buscar...
Cuando no estoy dando clase en la escuela, estoy aprendiendo francés en mi curso de dos veces por semana. Falto bastante, porque es a la mañana. Y hace frío. Pero cuando voy la paso bien. La mitad de la gente es de Rumania. Muy pocos hablan español. Así que sólo puedo usar el francés para hablar con mis compañeros. Y a mí me gusta hablar. Así que sí, me divierto.
Ahora en Bruselas hay nieve. Y hace frío. A mí me da mucho frío el frío. Muchísimo. Es por eso que sólo salgo a la escuela, casa de alumnos, el curso de francés (cuando voy) y las fiestas. Porque a las fiestas hay que ir.
Ando en bicicleta. Voy a laburar en bicicleta. Sí, con el frío y la nieve. En invierno oscurece temprano, es por eso que todos llevan luces y chalecos fosforecentes. Yo no. Porque mi bici no trae luces y no voy a ir a comprarle (por esto que vengo diciendo de que cada día hago menos, ¿se entiende?). Así que cada vez que vuelvo de noche voy pensando que me van a atropellar. y juro que los conductores de los autos que me dejan pasar al clavar los frenos al último segundo, piensan lo mismo. Esa sintonía cósmica es única. Por eso no le pongo luces a la bici. El sábado me encontré tirado un chaleco, voy a empezar a usarlo. Aunque voy a cagar la sintonía.
A parte de no hacer nada, como. Como bastante. Porque hace frío y porque no hago mucho.
A ver, sí hago cosas. El otro día fui al dentista. Y un fin de semana estuvimos en Alemania, llena de alemanes, ¿podés creer? Nos metimos en un castillo y como Paul, que pasó gran parte de su adolescencia y juventud jugando a esos juegos de freaks medievales, sabe mucho de todas esas cosas me contaba sobre las armaduras y armas y demás. Ahí la pasé bomba. Les pongo foto.


También estuve en Suecia. Me cagué de frío. Pasé la navidad más navideña de mi vida. Como en las películas. Con árbol de verdad, villancicos, nieve, galletitas con formas navideñas y luces por todos lados. Yo andaba como perro con dos colas. Hasta me dejaron encender las velas del arbolito (pongo foto también, tranquilos).



También fui a Eurodisney. Una cagada. Nos dieron unos pases gratis. Como unas tarjetas con la foto de quienes las habían originalmente comprado. Se notaba que yo no era la de la foto, pero no les importó, por suerte. No fue una idea muy acertada ir a Disney en plenas vacaciones de invierno, la verdad. Si están pensando en ir, les aconsejo que no lo hagan. Ni en vacaciones ni nunca. Hicimos una cola por dos horas para entrar a un simulador de Star Wars que había sido construido claramente en los ochentas. Por suerte antes habíamos fumado (sí, ávido lector, yo no fumo!) así que se hizo todo mucho más ameno. Pero la verdad es que no es necesario ir a Disney para fumar.


Así que bueno, espero en un par de meses tener algo más que contar.