miércoles, 30 de junio de 2010

MISCELÁNEAS

Pipol,

Estoy en Iruya, Salta. Planeo escribir sobre esta provincia y Jujuy cuando ya esté por Bolivia... Mientras, les mando algunas cosas que me revolotean por la cabeza pero no tienen que ver con nada...

Hay mucho mochilero. Tanto que uno les toma bronca. Fue raro, el circuito más popular arranca por Tucumán, sigue por Salta y concluye en Jujuy. el que puede avanza hasta Perú. es por eso que ni en san juan, la rioja o catamarca me crucé con muchos de estos colegas sucios y portadores en exceso de macramé. las primeras semanas de mi viaje me extrañé de no ver juventud, de no encontrar viajeros, o sólo muy pocos. ahora redundan. ahora lindan con el cliché. toooooodos llevan una guitarra, toooodos tienen una trenza en la cabeza, tooodos usan ojotas. y todos son amigos de todos.

yo no. yo ya tengo amigos. a mí no me caen tooooodos bien. a mí no me pinta un fasito, los piojo y flasheo. no.

entonces experimento una suerte de reacción alérgica ante la masividad de ciertos lugares. después de pasar algún día sola, busco el contacto con el otro. pero creo que mi nivel de tolerancia no supera el par de horas. automáticamente empiezo a desarrollar un fuerte desprecio por el otro y necesito estar sola. es raro y bastante contradictorio. más que, soy macanudísima la primer hora y media, el pobre incauto que charla conmigo muerde el anzuelo y al día siguiente, cuando intenta retomar los incipientes lazos de una futura amistad, se topa con un muro de piedra que súbitamente se va o se pone a leer en un costado. no me pasa siempre, ni con todos. es como si me sintiera en una búsqueda constante de gente con la que me pueda sentir bien e identificada y minutos más tarde de corroborar lo opuesto me urge salir corriendo para el otro lado.

son macanudos los mochileros. oscilan entre los 18/20 años y los 25, quizá. vienen a copar espacios de forma bastante intrusiva sin siquiera percatarse del que los habita. no tienen noción de si caen bien, son bienvenidos, la gente los tolera, etc, etc. para ellos está siempre "todo bieeeeeen". vienen de vacaciones. son estudiantes, muchos trabajan también. vienen a buscar amigos. arrancan el viaje tres y terminan siendo quince. les gusta mucho abusar del alcohol y las drogas. (parece la descripción de la fauna local... el mochilero macho suele acercarse a la manada de mochileras hembra y en general, tras algún intercambio de mate o cerveza, la "onda" se establece. una vez que hay "onda" es sólo cuestión de esperar el momento indicado para tomar a la presa. tópicos como la música, los distintos destinos del viaje, o la gente estereotípica de bs as suelen ser propicios para el inicio de una charla).

yo me siento al margen. no soy chola, no soy local. no puedo ubicarme en el espacio del que habita el pueblo. pero tampoco voy por dos semanas con amigos a romperme el coco. tengo ojotas porque son cómodas. pero trato de bañarme y, en general, cambio bastante de ropa porque llevo mucha... me voy a buscar una vida yo, no unos días de descontrol. entonces no pertenezco ni a un grupo ni al otro. oscilo en el medio entre charlas e interacción con los nativos y mates y caminatas con los vistantes. pero ambos grupos me son ajenos. debería fotografiar (ayer se me rompió la camarita, así que lo veo difícil) la cara de los pibes cada vez que digo dónde arranqué, para dónde voy y cuando termina mi viaje... acá son todos re loquitos, porque hacen dedo, pegan onda con cualquiera y se vienen para el norte. pero la noción de "no vuelvo. no sé cuánto tiempo voy a viajar. sí, voy sola. trabajaré por ahí, soy profesora de inglés" genera un silencio raro. porque sin ojotas y con la ropa limpia voy un paso más allá...
en general, la respuesta automática es "yo quiero hacer ese viaje". y empiezan a preguntar para dónde voy, dónde arranqué y demás. ahí siempre tengo que justificar por qué me salgo del sistema y entra un "terminé con mi pareja, me recibí, yo estaba en ushuaia..." y eso. con los que adquiero más confianza puedo llegar a tirar un "perdí a una amiga" y de ahí en más cualquier otra justificación se vuelve innecesaria.

con respecto a la gente local... acabo de descubrir un marcada diferencia. en san juan, la rioja y catamarca la gente era en general super amable y servicial. orgullosos de que nadie toma lo ajeno con el tiempo uno corrobra que no cuentan ni con la energía de levantarse a agarrar algo que no les pertenece... el estilo de vida es tranquilo, calmo, la siesta es sagrada... aunque el calor sea tolerable. jujuy es diferente. en jujuy hay demasiados mochileros. jujuy está tomada. y creo que a la gente ya no le caemos tan bien... en general son lacónicos. cerrados. amables también, pero más difíciles de entrar. la carga étnica es explícita y visible. se percibe en el aire el quiebre con lo occidental y uno es gringo. uno es el otro, el afuera que penetra como si nada. viene, va se divierte y saca foto de la gente local que es... "ay, de pintoresca con sus trajecitos y eso! una monada".
bolivia es aún más fuerte. sólo crucé a villazón por unas horas, pero las cholas no te quieren. a las cholas no les caemos bien. el turista es un mal necesario y no hay predisposición a un intercambio cultural... cuando es evidente que ninguna de las dos partes tiene interés.

el riojano te charla, el catamarqueño te saluda, el jujeño te mide... pasa, te mira y sigue su rumbo por la montaña. inmerso quién sabe en qué pensamientos que son sólo suyos. imposibles de descifrar.

en la rioja vi al angelito miguel. me olvidé de comentarlo. envié mi crónica de catamarca y no les comenté de miguel... en villa unión, el chofer macanudo y varios locales me comentaban que un atractivo del lugar era ir al cementerio a ver la tumba de un bebito milagroso. y fui. el lugar era un mega altar. lleno de placas, regalos, juguetes, fotos, agradecimientos... en la tumba estaban los padres, ocupándose del lugar. de tenerlo ordenado. miguel estaba en una caja de cristal. era posible verlo. fue raro. macabro y místico al mismo tiempo.

no se me ocurre nada más. la ojota al cruzar al río y la cámara al ir a san isidro fueron mis únicas bajas hasta el momento. saqué muchas fotos y planeo subirlas pero tengo la sensación de que las tomé de compromiso. porque gasté mucho en una cámara (que se me rompió, les dije? igual está en garantía...). nunca tuve cámara, me gusta más recordar las cosas a mi modo. no quiero ver los paisajes a través de una lente y hasta yo me embolo cada vez que empiezo a ver las fotos que saqué... pero a veces me divierto haciendo caras o sacándole a cosas raras (como quinientos mochileros todos juntos en una terminal, por ejemplo). no extrañaría a mi cámara. sólo me molestaría no recuperar esa inversión que me garparía dos semanas más de viaje...

un abrazo grande

zof

1 comentario:

  1. muy cierto sobre los mochileros... a mi tampoco me cayeron del todo bien en el norte, les veo un aire falso a mochilero...

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