lunes, 23 de enero de 2012

La vuelta a... ¿casa?

Volver es raro. Muy. Uno siente que todo sigue igual pero diferente (fua, qué revelación... suerte que ando inspirada). Es inevitable percibir hasta los cambios más nimios en el paisaje. Una panadería nueva, lucecitas de colores en los arbolitos, el vecino que no tenía ni donde caerse muerto cambia de auto, el que parecía gay, resulta siéndolo, etc, etc.
Lo primero que uno recibe es el listado de defunciones. Primero se empieza por los que valían la pena (siempre con una exclamación de sorpresa seguida de un lamento), después sigue la lista con los que se lo tenían merecido, por último se llega a nombres que uno nunca conoció o ni recuerda y ahí se cambia de tema.
Lo mismo pasa con la vida del resto. Medio barrio tuvo hijos, de la otra mitad, sus hijos tuvieron hijos. Acá en provincia se procrea mucho...
Algo que me divierte es ver la reacción de la gente al verme... Después de casi dos años (y una visita relámpago hace tres meses) las caras de los vecinos se ven sorprendidas e inquisidoras, simultáneamente. Mi abuela se encarga siempre de mantener a todo el barrio al tanto de mis andanzas por el mundo... Al verme más de uno se preguntará "¿vendrá para quedarse?", "¿la habrán deportado?", "seguro que está embarazada...", "Pobre, todavía no está embarazada..." e infinitos etcéteras que se me cruzan por la cabeza cada vez que me topo con alguno que me vuelve a ver por primera vez...
Quizá no piensan nada. Quizá es sólo mi ego al que le gusta creer que la gente tiene teorías sobre mí... Sin embargo, a más de uno se le escapa el "eh... de visita de vuelta..." o "uh... ¿por cuánto tiempo esta vez?" a la espera de la información orientadora que les explique el origen de mi peinado nuevo... y mi futuro incierto.

Lo gracioso es ver como todo retoma su marcha como si nada hubiera pasado. La gente asume que uno sigue igual, porque al margen de un peinado raro a nadie se le ocurre pensar que la persona que tiene enfrente ya no es la misma porque pasó hambre en Belice, cagó en un pozo en Bolivia, durmió con cucarachas, vio las mejores playas del caribe y se enamoró de un europeo que vive en la loma del orto... Mucha de esa información nunca llega a oídos de nadie. Y el otro siempre cree que, salvo algunas nimias diferencias, todo sigue esencialmente igual... como el barrio y sus calles.

Me gusta volver. Me gusta volver como espectadora. Me gusta volver y jugar a que pertenezco un rato... A que soy la misma de siempre y todo sigue igual. Y miro para todos lados y están mis amigas de la infancia, mis primeros romances, mis trenes, mis colectivos, mis idas a estudiar... toda mi vida plasmada en paredes, esquinas, bancos de plaza y veredas...
Me gusta volver sabiendo que me voy... y que volveré a volver.

1 comentario:

  1. palabras lindamente reales! de casualidad entre a tu blog... besos y saludos desde rosario. hernan y eve

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