viernes, 27 de enero de 2012

De vacaciones a la rutina...


Ayer, en medio del Roca (tren eléctrico en pésimas condiciones que transporta a toda la clase obrera, trabajadora y excluida de la periferia hacia el centro, donde se mueve el capital) tuve otra de las tantas epifanías que me sobrevinieron en la semana. Feliz con el celular Samsung de mi abuela que tiene radio am/fm (y un jueguito del orto en el que hay que alinear simbolitos que me roba gran parte de mi tiempo vital...) presencié una de las tantas secuencias de violencia de las que el tren nos hace partícipes. Un borracho casi se agarra a piñas con un tipo. Al margen de las miles de discusiones que podría generar una escena como esa (por qué dejaron subir al borracho, quién empezó, qué mal educados, qué tarado el otro que no se da cuenta que al borracho le faltan unos jugadores... etc, etc) lo que fue claro para mí es la insatisfacción que se respiraba en ese vagón. Un vistazo general a la cara de todos los pasajeros demostraba que la pelea era, sin lugar a dudas, uno de los momentos más divertidos de su día y un alivio de que siempre hay alguien que está peor... Súbitamente me vi, contenta, cantando en voz alta con mi celular prestado, volviendo de trabajar en capital, con el calor, el dolor en los pies por los zapatos de taco, las monedas justas para el colectivo que todavía tenía que tomar... y fui feliz. Mientras en pleno enero, en pleno verano, la gente huye a la costa a aglutinarse frente al mar, tras nueve meses en el caribe yo opto por dos meses de zapatos de taco, colectivos, trenes, subtes y clases de inglés... jua. Mis vacaciones son la vida del resto.
Y ahí entendí... que algo me falla en la cabeza. Se ve que me deben haber programado al revés.

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