No se puede. Inténtelo, verá que no se puede.
El primer mundo ha dedicado todo su esfuerzo y empeño en cumplir al extremo el poner “la tecnología al servicio del hombre”. Seguramente en no más de unos 50 años todo un ejército de droides estará destruyendo todas las capitales, pero bueno, falta para eso.
Todo en París parece ser fácil… para el que cuenta con las herramientas indispensables para ser parte del juego.
El primer mundo ha dedicado todo su esfuerzo y empeño en cumplir al extremo el poner “la tecnología al servicio del hombre”. Seguramente en no más de unos 50 años todo un ejército de droides estará destruyendo todas las capitales, pero bueno, falta para eso.
Todo en París parece ser fácil… para el que cuenta con las herramientas indispensables para ser parte del juego.
Sin internet en casa
de Emma, me vi forzada a deambular por bares y escuelas captando señal donde
pudiera. Agradezco a Dios, y a las miles de cuotas de Garbarino, que le permitieron
a mi familia comprarme esa bendita computadora que salió seis veces más pero
sin la cual, me atrevo a decir que, no podría ni salir a calle… Ya que el
concepto de “ciber” en París es casi tan alien como el de “locutorio”.
Tras enviar un mail por la tarde, me vi forzada al día siguiente a llamar a la persona para concertar una cita. Número de Bélgica, ergo, los celulares de Emma y Esther no funcionaban. Podría usar Skype… pero carezco de tarjeta de crédito para hacer las cargas pertinentes. Decido, entonces, buscar un locutorio…
Tras enviar un mail por la tarde, me vi forzada al día siguiente a llamar a la persona para concertar una cita. Número de Bélgica, ergo, los celulares de Emma y Esther no funcionaban. Podría usar Skype… pero carezco de tarjeta de crédito para hacer las cargas pertinentes. Decido, entonces, buscar un locutorio…
Debería de haber filmado la expresión en la cara de los
parisinos. Algunos, entre mi pobre francés y el extraño concepto de lo que
buscaba, ni siquiera me entendían. Otros, tras pensar un largo rato, desistían
y con tristeza me decían meramente “no, no hay”. Estaban también, por último,
los que creían que buscaba un ciber y me mandaban allá adonde el diablo perdió
el poncho para encontrarme con muchas computadoras a 4 euros la hora. Sí, 4
euros la hora. A veces, muy esporádicamente, me topaba con cabinas… en donde
era necesario meter tarjetas de 10 o 20 euros…
La vida en París es fácil. La tecnología hace todo por uno.
Así, es posible tener internet en el auto, usar bicicletas plegables y permitir que el GPS conduzca… El único
requisito es pertenecer. El nivel de confort es tal que todos lo tienen todo…
en su casa. Dentro de la esfera de lo individual. Como latinoamericana de visita, sobrevivir sin celular, internet ni tarjeta de
crédito en París es casi como tirarse al río… sin canoa.
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