El barrio |
No me puedo quejar, nuestro estilo de vida es bueno. Pero tras enviar 35 currículums y terminar trabajando en Malecón (una escuela de salsa que también enseña español) con José Arturo, alias, “el cubano chanta”, quien no me quería pagar, no puedo evitar sentir un dejo de resentimiento ante una sociedad igualitaria que, al margen de mi capacidad y certificaciones, me dejó fuera por “no hablar” noruego (eufemismo de no ser noruega).
La primavera |
En Mongolia era evidente que los extranjeros no caían bien. La gente no te sonreía, el frío los hacía cerrados y hoscos. Uno no se sentía muy bienvenido. Acá son más amables. Los noruegos son políticamente correctos. Te sonríen, te saludan y te preguntan ¿y cuánto se van a quedar? Así como quien no quiere la cosa. De más está decir que hay diferentes niveles de inmigrante: el refugiado (clase C); el inmigrante que viene a probar suerte como mano de obra no calificada (clase B) y el expat (¡qué top! Clase A), es decir, el extranjero que viene contratado. Yo soy clase B, pero me casé con un clase A, lo cual automáticamente me hace ascender una categoría. Es por eso que nos topamos con conversaciones del tipo:
-Ay, no, cuidado con ese barrio, no vivan ahí. Está lleno de inmigrantes.
-Pero nosotros somos inmigrantes.
-(silencio)
Bergen |
Boludas saliendo del agua |
Lamentablemente,
nuestro estilo de vida de dos años acá, dos años allá no nos da el margen para
probar nada. Así que habrá que gozar de los beneficios sociales un rato y partir
hacia nuevos rumbos hasta que la porotis* sea lo suficientemente mayor como
para decidir de forma conjunta en la familia sobre nuestro estilo de vida (a
ver, que si sale hippie viajera, habrá que seguir yirando. Somos una
cooperativa democrática. Todo se somete a votación).
Por el momento, disfrutamos de la vista al fiordo, los asados con carne cara y medio fulera, los paseos en la naturaleza, la compra/venta de segunda mano y los muchos amigos que invitamos a casa o nos invitan porque comer afuera es privativo. Noruega es un hermoso país y su calidad de vida es casi inigualable. Sólo recomiendo unas sesiones previas de autoflagelación al amor propio antes de venir (como las de Nacha Guevara, pero a la inversa), así uno no llega acá creyéndose igual a nadie y se esmera en probar lo que vale, como corresponde y se espera.
*Poroto/a:
pseudónimo adjudicado a nuestra primogénita a los inicios de su gestación por
ser pequeña y generar un exceso de gas.
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