lunes, 16 de noviembre de 2015

Casados y boludos en Mongolia 1 - (Comienzo por Zofia)

“Crónica Tota Mongolia”. Así se llamaba el archivo que no logró sobrevivir el paso por la papelera, seguido de la instalación de Windows 10 que dejó la compu de Paul en perfectas condiciones para que instale Starcraft y luche contra invasores interestelares cada puta noche, hasta las cuatro de la mañana.
“Las delicias de la vida conyugal”, podríamos llamar a este artículo. 

Como una suerte de “castigo”, le dije que algo bueno tenía que salir de borrar mi cada vez más escasa producción creativa y eso sería una crónica escrita por los dos. Sobre Mongolia.
El archivo borrado empezaba con la descripción de mis clases de yoga en mongol. Como si el yoga en español no fuera lo suficiente difícil… un mes fui al gimnasio nomás. No podría volver a contarlo ahora ya que ni me acuerdo qué hacía en las clases. Aprendí a contar hasta tres. Eso sí. 
Paul sí va a al gimnasio. Regularmente. Todos los espejos lo conocen.

“Este maldito archivo, si sólo lo hubiera publicado hace 3 meses”. Eso tendría que haberse reprochado mi esposa. De la nada, después de haberlo borrado de mi escritorio, de mi compu (que , con toda sinceridad, fue mi primer amor y hoy día anda cada vez más descuidada, pobre), me lo pide porque “el genio creativo es así, dejas una cosa a un lado desamparada 3 meses y luego volvés a toda fuerza a terminarlo”…el espíritu artístico, al margen de la femineidad, es una de estas cosas para las que no existe mucho tutorial, y la página de wiki estuvo escrita a lo mejor por una mujer igual de embebida del mismo espíritu artístico.

Ella está ahora al lado mío y me dice como tenemos que intercambiar computadoras escribiendo esa crónica, porque es espontáneo y divertido. Mi espíritu práctico, después de haber escrito contratos interminables, se está lamentando de falta de estructura y sentido, pero lo estoy apaciguando diciéndole que la meta es compartir y tener tiempo de calidad, no llegar a tener la crónica perfecta (solo googleen crónica y ya verán mucho tutorial muy bueno en este sentido). Y, por cierto, el narcisismo no se desarrolló en ella, verdad. Es difícil ser narcisista cuando te da fiaca ir regularmente al gimnasio.

Me deja un flato y me pide que siga. Literalmente. Mongolia ha realmente sido una prueba para la pareja. Cuando uno trabaja desde casa a distancia con Ucrania, Kazajistán y Rusia y el otro, casi que ni trabaja, uno termina compartiendo mucho tiempo con su media naranja. Si a esto le sumamos que afuera hace menos treinta grados, el tiempo juntos se ve indefectiblemente incrementado. Lo bueno de vivir en la capital más fría del mundo, y una de las más contaminadas, tras haber pasado algunos años en Europa es que existe un enemigo común: Mongolia. Todo se le puede atribuir a Mongolia. Si se te quemó el huevo frito, si contagiaste de gripe a tu pareja, si andás con gases, si hace tres días que no te bañás… No es tu culpa, es Mongolia. Y esto le hace bien a la pareja porque no hay nada que una más que criticar a un tercero. Que no existe. Y no es tu amigo. Así, proporcionalmente, cuanto más odiábamos nuestra localización, más nos amábamos. Al punto tal que a ojos de mi esposo llegó a justificarse que yo trabaje poco, ya que me vine a Mongolia con él… (Entre nos, me iría mañana a Afganistán si así puedo seguir con esta vida…).

Y luego llega el fin de semana, y el verano. Y esto es el tope de la vida en Mongolia. Las fotos de álbumes turísticos se parecen por fin a la realidad, no hay mas contaminación. Todo es verde, los arboles aparecen de la nada. Le compras a tu esposa una carpa y la rompés de fiesta, asado y camping todos los findes. Hace calor, lo impensable de broncearte bajo el sol y el cielo azul con 30 grados por fin se vuelve realizable, y tu esposa te sonríe mientras se esta mojando las patas en el rio. Y te encanta Mongolia, los amigos que tenés, las escapadas, los precios de 2 mangos con cincuenta y las cabalgatas que no te rompen mas la loma, después de tomarte una botella de vodka con tu anfitrión de yurta y guía  (porque se puede tomar y montar a caballo después, a diferencia de tomar y conducir  - ventaja Mongola!). Es la bella y la bestia este país. La cara y cruz de la misma moneda. El yin y yang de un país sujetado entre el martillo ruso y el yunque chino. Y decís “ sain bain noo”, o buenos días en mongol, a todo el mundo con el que te topas, porque te sentís bien y porque son 3 de las 7 (para los sobresalientes 8 o encima 9) palabras de mongol que aprendiste, y te encanta usarlas.

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